miércoles, 24 de noviembre de 2010

RETRATOS DE OBRA #3

Mulleres que baten bloques sen descanso. Un feixo de senhoras que traballan en cuclillas, sen que o cu toque o chan, esmagando cunha barra de aceiro os bloques de terra estropeados e asi usar os seus anacos para encher os ocos das bovedas. Hainas de todalas idades: maiores, moi maiores e tamen mais novas. Todas, enfundadas en preciosos saris de mil cores, con relucentes pulseiras que tintinean cada vez que levantan ou baixan o brazo. Todas, coa inconfundible pegada no corpo dunha maternidade non sempre elixida. Todas, cun salario inxustificadamente mais baixo que o dos seus companheiros varons.

domingo, 21 de noviembre de 2010

RETRATOS DE OBRA #2

Ramalingan, el hombre de la mirada perdida. Es un senhor mayor, mayorcisimo. Y pequenho, pequenhisimo. Callado, solitario, atraviesa la obra como si fuera un fantasma y se pone a trabajar aislado del mundo. Carretando tierra, cavando una zanja, haciendo un murete...que luego pisa para comprimir, concienzuda pero inutilmente, una y otra vez, las veces que haga falta. Cuando acaba el dia, se sube a su enorme bicicleta y pedalea con resignado esfuerzo, la mirada clavada en el suelo pero sin ver los charcos, atravesando el bosque como un viento lento y silencioso.

martes, 16 de noviembre de 2010

RETRATOS DE OBRA #1

La encargada de preparar el te en la obra es una mujer menuda, delgada y de aspecto fragil, con ojos pequenhos y brillantes y pelo negro y duro, recogido en un diminuto monho. Se sienta en cuclillas al lado de la olla y vigila que los troncos no dejen de arder y los ladrillos no dejen de calentar. Se rie mucho, con la risa ilusionada de una ninha pequenha pero que muestra una triste dentadura de abuela cansada. Seria incapaz de calcular su edad: a veces parece la ninha que rie, a veces parece la anciana cansada

jueves, 11 de noviembre de 2010

ocupacia

en un pais de mil millones de personas, como hacer para que el paro no se convierta en algo tan insoportable como es, por ejemplo, en Espanha?
pues sacrificando la eficacia en aras de la ocupacion:
si cinco personas pueden hacer el trabajo para el que solo son necesarias dos, pongamos a cinco!
si podemos tener siete personas para subir unos bloques al primer piso en lugar de usar una grua ligera, quien quiere grua?
si preparar el mortero con los pies requiere cuatro trabajadores y usando una hormigonera solo nos haria falta uno...pues a descalzarse todos!

asi tenemos una obra en la que te puedes olvidar de la eficacia...
pero que garantiza a 50 personas una ocupacion....

lo cual, a mi juicio, es mucho mas importante

martes, 2 de noviembre de 2010

elegantes hombres con falda

El lungi es una prenda tradicional del sur de la India que no es otra cosa que una gran tela blanca rectangular que los hombres se enrollan a la cintura a modo de falda. Sin costura, goma o ajuste, ni cae ni aprieta, esconde lo necesario y facilita el movimiento en situaciones tan cotidianas como, por ejemplo, ir al banho. Una prenda que aporta tal elegancia y comodidad al que lo lleva tenia que ser, necesariamente, india.
Porque los hombres indios son gente elegante. Y tremendamente guapa.
Delgados, no demasiado altos pero siempre estilizados, espigados como una delicada brizna de trigo. Los hay oscuros, casi negros, con ese brillo en la piel que tienen los africanos que hace que parezcan piedras preciosas. Otros tienen la tez opaca, del color de la madera vieja, y tan suave como el tronco de un chopo despues de quitarle la corteza con mucho carinho. Su mayor orgullo; el pelo. Frondosas matas negras de cuidadisimo cabello, colmado de todas las atenciones para construir los peinados mas perfectos, mas elaborados. Un peine asoma siempre en el bolsillo de la camisa, nunca sabes cuando te vas a encontrar con el espejo de una moto!
Pero lo mas maravilloso, sin duda, son los ojos. Grandes, misteriosos y negros. Siempre muy abiertos, preparados para que el mundo entero entre por ellos sin perderse ningun detalle. Miran con sorpresa, alegria, ilusion o desafio, pero nunca con desprecio. Y sonrien, siempre te sonrien. Al pasar a tu lado sin conocerte, cuando trabajan, comen o bailan contigo. Siempre una sonrisa franca, amplia, sin precauciones. Una sonrisa, como ellos, de verdad.