miércoles, 15 de septiembre de 2010

POR QUÉ LA INDIA NO ES EUROPA

A los europeos nos enseñan desde pequeños que las ciudades están hechas de dos cosas: el espacio público (el parque donde juegas, la plaza y las calles por las que vas al cole) y el espacio privado (tu casa, la de tus amigos y el kiosco de los chuches). Y crecemos con la certeza de que siempre habrá una línea que marque dónde acaba lo tuyo y empieza lo de todos. La línea dura, infranqueable y sagrada que separa (o une) lo público de lo privado. Muchas veces, una enorme verja de hierro forjado con puntas doradas y amenazantes como lanzas. Muros de granito, marcos clavados en la tierra, paredes opacas, setos a media altura…Pero siempre algo que te indique hasta dónde puedes llegar, desde dónde el mundo ya no te pertenece.

Por el contrario, aquí la vida se desarrolla en un ambiguo espacio inexplorado entre estos dos mundos antagónicos. El lugar de la transición, el paso de uno al otro se convierte en un rico palimpsesto, caleidoscópico y espontáneo que acaba por invadirlo todo, lo público y lo privado. Las casas salen afuera, se proyectan hacia el exterior como si quisieran conquistar la ciudad. La calle, ese baile sin partitura de bailarines multicolores, invade las casas y entra hasta la cocina para sacar afuera sus olores y cánticos. Es en ese punto donde los dos océanos se encuentran, arrebujados por la espuma de las olas, donde brotan como flores miles de comercios de lo imposible, tiendas de lo absurdo, negocios de lo inesperado. Es en ese espacio, atrapado entre el sueño y la consciencia, donde explotan los más insospechados anhelos, donde los gritos y las risas surgen como setas tras la lluvia de otoño. Se compra, se vende, se habla, se baila. Los mostradores se asoman, mostrando al mundo sus brillantes colores, sus colgajos relucientes que destellan al viento y atrapando en sus redes los cláxones de las motos, de los coches, de las vacas y de los niños. Atraen para sí los sueños, las ilusiones y los miedos de un mudo que vive en los soportales de la aurora, de un modo que los europeos nunca podremos alcanzar.

Porque para nosotros, la delgada línea roja que separa lo público de lo privado se nos presenta tan temida e irreversible como la que separa la cordura de la locura. Y eso, aquí, no pasa.

7 comentarios:

  1. genial Xavi, pero que es un palimpsesto?

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  2. Me quedo con lo público, es más bonito compartir, que guardar para uno solo.

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  3. Yo también me pregunto qué es un palimpsesto (???); por lo demás, me parece muy bonito lo que escribes, y cómo lo escribes.
    Bikinhos
    Carmen

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  4. Como se nota que lees a Baricco.
    Magnifique!

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  5. Uno se siente en la india cuando lee tus comentarios. Parece que los sonidos, colores y olores te invaden. No dejes nunca de escribir!
    Gordi

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  6. Hermosa descripción Javi. Aun así es curioso como, por muy brillante que sean las líneas que se escriban sobre la india y por mucho que consigan trasladar sonidos, colores, sensaciones, la realidad siempre queda a años luz.

    No dejes de escribir javinho

    Uri

    (Y si, te debo un mail)

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  7. simplemente epoustuflant!
    :)

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